HUGO ORLANDO RAMÍREZ
Hugo Orlando Ramírez nació en Santiago del Estero (Capital). Poeta, escritor, profesor de Lengua y Literatura. Publicó los libros: “Tus ojos en las calles” (1991), “Sueños como aullidos” (1999) y “Poemas que avanzan retroceden” (2009). Obtuvo numerosos premios en certámenes provincia-les y nacionales por sus poemas y cuentos. Mención Especial Faja de Honor de la SADE y de la Asociación de Escritores Argentinos (Mendoza) en el año 2000. Fundó y dirigió la revista cultural “Ventana Abierta a la vida”.
EN LOS QUIROGA
Desde el ocaso mudo que fatiga
el hábito copioso de tu risa
en Los Quiroga,
aférrate a mi amor
como a este río,
donde sueñas de noche
y te cobija la tierra,
como un vientre marrón
y omnipotente.
Desde el verano agita
el espejo fabuloso
que te llama.
Arrástrame a tu corazón,
tormentera.
Vamos a alumbrar entre horneros,
entre pacientes pescadores de la orilla.
Donde el cielo se incendie
con tu paso,
y sueñe aún la niña
de labriegas trenzas,
entre garzas y canastos y pañuelos,
vamos a andar este camino desprolijo.
Anida en este espacio de América.
No te vuelvas del hechizo salado
que tiene tu piel
en Los Quiroga.
INDÓMITO CORAZÓN
Indómito tu corazón huele a pradera.
Viento que no sabe adónde azota.
Galope tenaz y silencioso
extinguiendo tras de sí la hierba.
Roca y sin embargo llanto.
Ansias de olvidar.
Ahogado grito en la quietud llamando.
Antes de tu corazón era la niebla.
Cachorro temblando en el desierto.
Yo era del mundo
sucumbiendo al relámpago.
Porque tu corazón busca la noche.
La noche mansa,
la noche sin nostalgia.
Labra el idioma del aura y el incendio.
Mientras puedas háblame desde tu corazón.
Posada en la benevolencia de la tierra.
Tu corazón y el desconcierto
imperan obsesivamente sobre mí.
Sobre esta atardecida piel,
siempre esperándote.
TEJEDORA
Con la textura antigua del misterio,
vas germinando en el telar
la simple geometría de tus sueños.
Sobreviven tus manos, tejedora.
Sobrevive tu terco silencio a contramuerte.
Tu canto de amor
en el dudoso devenir del tiempo…
El firme trazo en la entramada
afirmación de tu manta.
Tejes el lenguaje de los montes.
Con verdes vegetales y marrones,
la mansa tierra pones en tu manta.
Y el sol naciente y el ocaso
y el rojo fuego, en hilos paralelos,
se disputan tu empeño de artesana.
Tejes la utopía de la libertad,
polvorienta en el santuario
de tu corazón aborigen.
Con hebras de lana entrecruzas
los conjuros contra el éxodo,
las plegarias contra el hambre,
los ruegos contra la injusticia.
Tejen tus manos, tejedora.
Libran batallas en el telar hermano,
y tu corazón acoge voces
de tierra adentro, de monte adentro.
Son voces que bendicen, mensajera.
Voces que bendicen desde adentro,
la semilla madura de tu manta.
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