RICARDO LUIS TROMBINO
RICARDO LUIS TROMBINO (San Juan, 1959). Docente en la Carrera de Letras de la Universidad Nacional de San Juan. Investigador de la literatura sanjuanina contemporánea. Cantautor. Parte de su creación aparece en antologías. Libros de poesía publicados: “El azar de las palabras” (1993); "Territorios de fin de siglo" (2000) y “Persistencia lejana” (2009). Desde 1999 edita la Plaqueta “Poemas de Necesidad y Urgencia”.
DESPOJO
El inventario de las noches y los
días
excedió las hojas que guardé.
Desde mañana tendré que discernir
qué páginas le quemo a la memoria.
Acaso borre la mentira que quedó
detrás de luces que insinuaron verdad,
la sangre de ojos de un adiós despiadado,
largos días que el entendimiento no descifró.
Tengo que despojarme.
Hay criaturas que acuden a mis sueños
y me cuesta cruzar las calles con fantasmas,
llevarlos de la mano, cuidarlos
para que nada los atropelle, para no caerme.
Un viento suave predice la aurora que viene.
Volveré a abrazar el prodigio de la palabra
y la honraré con mi mano tallando otra arcilla.
El Cielo asistirá con su Verbo
mis nuevas formas de nombrar la Vida.
Soy el dios y el adán de este porvenir.
del Libro “PERSISTENCIA LEJANA”,
Bs.As., Edit. Vinciguerra,
2009.
BÚSQUEDA
Es difícil encontrarte en este itinerario
donde a veces el bolsillo agrede a la ternura,
donde el pan parece arrancado de la tierra
y el vino está lejos de ser tu sangre.
Se hace piedra la búsqueda
de un tiempo ayer en que fue más fácil
bosquejarte en la calle, un libro, la cruz
(palabra de madera diciendo el dolor)
y la paciencia que hoy se parece más
a la infancia recuerdo.
Cuesta hablarte en los silencios
que apenas regalan las pausas de oficinas,
autos y veredas,
pensando que entendés mi ruido,
que todavía estás ahí,
averiguándome el cansancio, las muecas,
haciéndote mano en mi mano,
mansedumbre en mis ojos,
paz en mi voz...
Es difícil repetir
alegría
en
suelo estéril,
perseverar
perdón
en el
acecho diario,
proponer
amor
en un
asfalto a prisa,
nombrarte sin que suenes ajeno,
hacerte verso y connotarte,
descubrirte
más allá de lo
dicho,
convertirte piel en otro...
Dios.
del Libro “PERSISTENCIA LEJANA”,
Bs.As., Edit. Vinciguerra, 2009.
AMANECER
CIUDAD
Despertador alud en mi pecho cansado.
Ayer hubo pájaros,
en mis ojos hubo pájaros,
nubes, lluvia, olor a hierba y vastedad.
Ayer mi oficio fue la risa del campo.
Sobre una greda reseca
la lluvia parió campanas...
Guitarra
tuve ayer, canto.
Ayer hubo pájaros,
en mis venas hubo pájaros.
Hoy, lunes, despertador, alud,
lagaña de lo perdido en relojes,
montañas de papel transitando agendas...
Sueño con
fogatas
aliviándome la espesura de palabras.
No quiero pasos apurados,
zancadillas al silencio no quiero.
No quiero olvidar músicas,
olvidar la lluvia no quiero.
Ni abrir ni cerrar puertas,
ni llaves ni jaulas;
aprisionar el canto de los pájaros no
quiero.
No quiero que se mueran las lluvias
ni el olor a hierbas mojadas...
aprisionar los versos no quiero.
No más despertadores.
Despertar solo y asombrado quiero,
mi labio besando una certeza
quiero
crucificar
relojes,
Poesía despertándome los ojos,
eso quiero.
del Libro “PERSISTENCIA LEJANA”,
Bs.As., Edit. Vinciguerra, 2009.
ANCESTROS
Llaman.
Basta pisarse la sombra,
descalzar la rutina;
o en la misma tierra
rezuma el perfume
y el
grito...
Los prosternó la intemperie,
el hambre de siglos,
la
postal errante
que desde una
foto
los
congeló en ausencia.
Llaman,
nos tiran
del brazo
hasta
la conciencia dormida.
Atraviesan calendarios de piedra
con llanto mordido en yugos
como
bueyes
empujando el costado del miedo,
como un desgarro en la urdimbre del telar
mientras amasan paciencia de milenios.
Llaman,
se cruzan
por huellas cotidianas
que su muerte dejó en las ciudades
en nieblas de
tránsito y apuro.
Se asoman
por arcoiris de
lluvias
por los ojos de un niño
sostenido en las espaldas.
Llaman
y en su afonía nombran
mi olvido y mi
desgano
esta amnesia de sangre,
la utopía disuelta en vértigo.
Llaman. Gritan. Me nombran,
voces
tiempo atrás,
mientras otro siglo
sobreviene a mis ojos
sin
redimir el espanto
ni abrazar la espina
del
abandono.
Llaman. Gritan. Me nombran
mientras me voy
saltando milenios
a la incertidumbre
a la total incógnita
del hombre
que fui.