LiDIA INES PALACIOS
Soy autodidacta, nacida y residente en San Antonio de Areco, provincia de Buenos Aires.En 2007 edité "Sencillas Palabras" y en 2008 "Solamente el Alma". He recibido distinciones y premios en distintos concursos. Despues de mucho tiempo vuelvo a concursar ahora.
Para regresar pulse Página principal
CUANDO ATARDECE,AGUA
Has querido venir cuando atardece
y corren soledades por las calles.
Caminas despaciosa,
menuda y leve,
tímida adolescente clara.
Has querido venir en esta hora
en que la luz
y los pájaros se guardan.
A un encuentro de amor se viene
sola.
Pero el viento,
que al fin es masculino,
celoso y posesivo;
por monentos te sigue
o te acompaña.
Has querido venir cuando atardece,
en la bendita hora porque llegas.
Aunque estén los árboles sin hojas
y no alcancen,
por hoy,
ninguna estrella.
La soledad de lunes casi noche
se esconde en cada hueco.
En las ventanas,
en las cornisas que por ti
relucen.
en la frente ceñuda de las casas.
Brillas y me enterneces.
Si hasta quiero traspasarme de ti.
Cierro el paraguas.
DOLOR:
Hice bien en dejarte caer por mis
costados.
En dejar que resbales
por la piel de mi memoria,
y te diluyas en el tiempo que no
existe.
Nada de lo que devuelven mis
espejos te sostiene.
Del pasado
guardé sólo la espiga.
Por eso,
amaso pan de amaneceres y
crepúsculos.
También de mediodías,
donde siempre es la luz una
constante.
Un gota a gota
en el feliz charco del alma.
Por eso,
porque no te guardé.
Porque te abrí todas las puertas,
no eres mío.
Mucho menos soy tuya yo,
dolor.
No te temo.
No te rezo.
No eres ni siquiera una hoja
reseca del otoño.
Ah!
Y guardé la alegría.
Me olvidaba.
FLOR EN EL SEMÁFORO
Si me miran tus ojos
llenos de sol oscuro,
cuando ofreces tu rosa
que morirá enseguida,
se abre mi encrucijada:
¿fomento tu infortunio,
te salvo de una ira,
hago que seas el hombre
descastado mañana,
o te abro la esperanza
de algún futuro día?
No sé si por tu rosa
alcanza mi moneda,
no sé si mi moneda
saciará a quien vigila.
Pero no sé dejarte
con tu sol apagado,
despojado de todo
y la mano extendida.
Si te hago mal, perdona.
Nunca quiero dañarte.
Sólo darle a esta hora
que precede a la noche
la piadosa moneda
que no hará tu alegría.
No soy feliz con esto,
no espero que lo seas.
Pero al menos descubre
chiquillo del semáforo:
cuando compro tu rosa
mi corazón te abriga.
Para regresar pulse Página principal