MELINA MOISÉ
Melina Moisé, escritora tucumana, Profesora en Letras de la UNT, cursa el Doctorado en Letras en Facultad de Filosofía y Letras de la UNT, especialidad LITERATURA DE SUSPENSO (antecedentes, corpus en la literatura argentina, gótico contemporáneo, técnicas narrativas) Publicó en numerosas antologías colectivas como: “Escritores noveles de Tucumán” (1991), “Diez cuentistas de Tucumán”(1993). Textos de investigación y creación literaria: “Rama joven” (1994) “El mundo entre espadas y rosas” 1997, Antología colectiva “Bailando con Vampiros”(2009). Relatos de suspenso: “In cauda venenum”( 1995) “Memoria del Abismo”(2007). Cuentos breves: “Antes del mordisco”(2011).Publicó en numerosos diarios y revistas. Participó de diversos eventos y agrupaciones literarias como: JOETUC( desde 1986 hasta la fecha)El Búho(1987-88-Tierra del Fuego)Asociación literaria, “David Lagmanovich”(2011). Obtuvo premios y distinciones.
AMAZONAS
Siglos antes, legiones de corsarios, de espadas áuricas, se aventuraron en la vorágine, por el caudaloso río de las Indias Occidentales
Luna, elixires nocturnos...Carne , degustación sublime. Recorro la ciudad, envuelta en sombras. Aguardo, observo, ataco
Aullido, éxtasis monocorde.. Simbiosis, hembra, bestia, mujer...
El vértigo, en la degustación, antropofagia, paradigma de la estirpe
Épocas remotas, senderos oscuros y el viento en los cabellos ondulantes, hambre voraz y el secreto milenario del placer, en nuestras entrañas.
Hijas de Artemisa, encendidas por reflejo lunar...y las fauces palpitantes
Sostengo el arco y la flecha, la maleza impenetrable, ensombrece el alba, el conquistador de la soberbia aguarda...sonrío, el instante previo al mordisco...
EL ENCUENTRO
Amor, que a nadie amado, amar perdona
me ató a sus brazos, con placer tan fuerte,
que, como ves, ni aún muerta me abandona
(De La Divina Comedia de Dante Alighieri
Canto V. Infierno de la Lujuria)
En el segundo círculo del Infierno, los amantes laceran su carne
Francesca atraviesa el umbral, envuelta en la mortaja de seda, aún su piel despliega elixires. La juventud sella sus pupilas quietas. Altiva, desafiando al Averno y a la suerte amarga de los desterrados, repite:
-Te he buscado, entre susurros de lujuria, en la insinuación del alba, en el agorero chillido del búho que implora al desdén de las tinieblas.
Te he buscado en la soberbia zozobra de los crepúsculos encendidos, en el agónico latido que señala la brevedad del éxtasis
Te he buscado en la flama lacerante que acunan mis entrañas, en la tempestad vehemente que exhala mi piel, mi carne....En el pecado que amordaza mis labios, en el desborde y en la furia que mueven mis instintos...
En el segundo círculo del Infierno, la borrasca esparce los cuerpos en el tumulto, lastimándolos, el gemido ensordecedor. El humo asciende, estrepitoso. La llamas, el castigo
¿Y... de qué pueden culparla, acaso de haber amado?
DE LAS CENIZAS
El postrer ciclo terrestre había culminado. Tras la explosión, la raza humana perecía.
El vuelo hacia el sol, después de la tempestad rugiente, de la flama luminar, de las cenizas, era difícil !infinito! Como aquellos de crepúsculos remotos que alternaban apocalipsis con génesis.
Todo debía volver a la Nada, el desenlace, cerraría el círculo en otro inicio.
Remontó vuelo. La conjunción de astros y planetas, volvía a su sitio
Pensó (si es lícito pensar en su raciocinio animalesco) que acaso, algunos sobreviviesen y como los atlantes, forjarían en siglos sucesivos, civilizaciones.
Quizás, su estampa redentora se levantaría como un ídolo o numen sacralizado en ritos sangrientos en altares pétreos. Y sus plumas áureas transformasen su textura por la rugosidad de las escamas ¿Sería un reptil o semejante a un dragón, ostentaría fauces igníferas?
Subió, subió, el sol abrazaba sus alas, su semblante de protuberancia ovípara !derritiéndose!
Cercano, próximo, en el éxtasis de su frenética existencia, delineaba su vuelo agorero de presagios y sortilegios ancestrales, hacia la luz.
La incandescencia en su cuerpo, el estruendo súbito, las cenizas.
- Fenix- así lo llamó el vate.
Los oráculos habían profetizado su regreso, en un mil más.
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